El desarrollo organizacional debe estar vinculado al cuidado y a la generosidad en la relación con el otro. Este cuidado busca retar a que las organizaciones tengan: un propósito que equilibre el valor del bienestar de los diferentes actores organizacionales (stakeholders) con el valor de las ganancias económicas; estructuras que funcionen como sistemas vivientes en la autogestión (holocracia); escenarios que contribuyan a la plenitud y el sentido de vida de colaboradores y clientes; y finalmente, un plan transicional a procedimientos de servicio y de producción respetuosos con el medio ambiente. Para abordar los aspectos descritos, se hace importante la integración de diferentes paradigmas: mecanicista, sistémico y humanista. Esta integración permite navegar las diferentes formas de construir mundo con un enfoque de plenitud del individuo y equipos de trabajo, autogestión organizacional, y respeto por la vida en todas sus manifestaciones.

Para abordar estos retos, las consultorías se perfilan en tres dimensiones de impacto: